PHYSICAL EDUCATION
The Physical Education teachers attending to the CLIL 4 SECONDARY COURSE held at the CFP Idiomas de Valladolid have designed CLIL approach activities which you can access to in this blog.
http://clil4secondary.blogspot.com.es/p/physical-education.html
1st ESO:
-Running dictation comparing different kinds of oil
-KWL template to speak about Acrosport
-Half a crossword for a basketball review
-Onion Rings to revise basketball vocabulary and rules
-KWL chart prior to a handball activity
2nd ESO:
-Injuries: Onion ring activity
-Using Plickers to check about artistic gymnastic
-Running dictation on basket
-Acrosport activity
4th ESO
-Running dictation for daily actions
-Kahoot related to handball rules
-KWL to check volleyball technique, strategy and game
-Web page de Educación Física del IES Torres Villaroel de Salamanca
-Recording a small video about basketball rules
VOCATIONAL STUDIES
-Relay Race activity to review concepts
-Power Point lesson about Personality in Physical Activities as Vocational Study.
A ver, amigo lector, pongamos las cosas claras desde el principio. No es lo mismo un conato de fuego en una freidora doméstica que el estallido de un cuadro eléctrico en una nave industrial. Ni se apaga igual, ni se reacciona igual. Y en estos casos, como en la vida misma, el que no sabe, pierde. Por eso, permítame que le explique, al modo en que a uno le gusta: con claridad, con elegancia y con la verdad por delante, los tipos de extintores que existen según la clase de fuego. Que a veces, por ahorrar unos duros en prevención, acabamos pagando un infierno.
Porque no todos los fuegos son iguales. No es una frase hecha, es literal. Hay fuegos sólidos, fuegos líquidos, fuegos eléctricos, y hasta fuegos que lo que hacen es complicarle a uno la vida porque ni son lo uno ni lo otro. Y aquí es donde entra la madre del cordero: los tipos de extintores según el tipo de fuego. Porque si usted intenta apagar un fuego de aceite con un extintor de agua, lo más probable es que le estalle en la cara. Y si lo intenta con un de CO₂ en una pila de madera ardiendo, lo único que va a conseguir es perder tiempo, y eso —cuando las llamas mandan— es perder todo.
Aquí hablamos de papel, cartón, madera, tejidos, vamos, lo que viene siendo lo cotidiano. Estos fuegos dejan rescoldo, brasas, humo negro como si fuera Semana Santa en pleno julio. Para estos menesteres, el extintor que se lleva la palma es el de polvo químico seco y el de agua pulverizada. El primero es un todoterreno, aunque luego hay que barrer mucho. El segundo, eficaz y limpio, pero con sus límites.
Extintores recomendados para Clase A:
Extintores de agua pulverizada
Extintores de espuma AFFF
Extintores de polvo polivalente ABC
Aquí entra lo peligroso: gasolina, pintura, aceites, alcoholes… líquidos inflamables que no dan tregua y que, además, se esparcen. Intente apagar uno de estos con agua y verá usted cómo monta una verbena de San Juan. Lo correcto es atajarlos con espuma, que los asfixia, o con polvo químico seco, que corta la reacción química. También vale el CO₂, aunque tenga en cuenta que es menos eficaz en espacios abiertos.
Extintores adecuados para Clase B:
Extintores de espuma AFFF
Extintores de polvo químico seco
Extintores de CO₂
¿Se ha dejado usted abierta la llave de un butano y ha chispeado algo? Pues ya sabe lo que le espera. Los fuegos de gas, aunque parezca mentira, son más comunes de lo que uno cree. Para estos, el polvo químico seco es el campeón indiscutible. Eso sí, lo primero es cerrar la llave de paso si uno quiere vivir para contarlo.
Extintores eficaces en Clase C:
Extintores de polvo ABC
Extintores de polvo BC
Aquí hablamos de cosas serias: magnesio, aluminio, sodio, potasio. Materiales que, cuando prenden, lo hacen a temperaturas de escándalo y que, si les echas agua, pueden explotar. Para estos fuegos hay extintores específicos, y solo esos. El que use otra cosa, está invitando al desastre.
Extintores para metales Clase D:
Extintores de polvo especial (sales metálicas)
Estos no son comunes en hogares, pero sí en laboratorios, fábricas, talleres metalúrgicos y centros de investigación. Si usted trabaja ahí, ya sabe lo que debe exigir.
El aceite hirviendo, el fuego amigo de las cocinas, se convierte en traidor en décimas de segundo. Y aquí el peligro es que uno, en un acto reflejo, le echa agua. Resultado: una llamarada que le quema hasta el sentido común. Para eso se inventaron los extintores de clase F, que contienen una solución acuosa saponificante que enfría y convierte el aceite en una pasta inofensiva.
Extintores para cocinas Clase F:
Extintores de acetato de potasio (clase F)
Ideales para freidoras industriales, cocinas profesionales y también —por qué no— para quien tiene una cocina que parece un restaurante.
No dejan residuos, no mojan, no manchan. Son limpios y efectivos contra fuegos eléctricos y líquidos inflamables. ¿El problema? En sitios abiertos pierden eficacia y no refrigeran, así que el fuego puede reavivarse. Pero si usted tiene un cuadro eléctrico en su negocio, un extintor de dióxido de carbono es tan imprescindible como la caja registradora.
Perfectos para:
Oficinas con muchos equipos eléctricos
Salas de servidores
Laboratorios
Son los más comunes en edificios, viviendas y vehículos. Sirven para fuegos de clase A, B y C. Contienen un polvo químico seco —fosfato monoamónico, para ser precisos— que interrumpe la combustión. Eficaces, baratos y fáciles de usar. ¿Lo malo? El polvo se mete hasta en los enchufes.
Ideal para:
Comunidades de vecinos
Oficinas
Vehículos particulares y flotas
Esto depende del tamaño, de los materiales y de los riesgos. Pero como norma general, conviene tener al menos un extintor cada 15-20 metros lineales, y siempre accesibles. El mejor extintor es el que se tiene a mano cuando se le necesita. No se trata de tener uno escondido tras la fotocopiadora.
De nada sirve tener un Ferrari si no arranca. Pues igual con un extintor. Hay que revisarlos periódicamente, al menos una vez al año, con empresa homologada. Y no se conforme con el pegatinazo del técnico: exija que lo comprueben, que lo agiten, que lo pesen. Que un extintor sin presión es como un paraguas sin varillas.
Y porque cuando llega el fuego, no hay segundas oportunidades. Conocer los tipos de extintores no es cosa de bomberos ni de frikis de la seguridad. Es una obligación ciudadana. Y no me venga con que no tiene espacio en casa, que el fuego tampoco le avisa antes de entrar.
Si ha llegado hasta aquí, haga el favor: revise los que tiene, compre los que le faltan y aprenda a usarlos. Su vida y la de los suyos bien lo merecen.
El extintor es uno de los equipos de seguridad más eficaces frente a un incendio, siempre y cuando se utilice de forma adecuada. Sin embargo, su manipulación incorrecta puede acarrear graves consecuencias. Luis Muñoz, bombero e instructor en prevención y extinción de incendios y gestor de Emergencias en Ilunion, advierte sobre un error muy común: nunca debe golpearse contra el suelo antes de usarlo.
Tal y como explica: “Lo hemos escuchado en muchas ocasiones. Cogemos un extintor, le pegamos un golpe contra el suelo, quitamos el pasador y disparamos donde haya fuego. Muchísimo cuidado”. Este gesto, repetido hasta la saciedad en producciones de Hollywood, es sumamente peligroso porque puede dañar la válvula, un componente fundamental en este recipiente a presión que maneja entre 12 y 18 kilos por centímetro cuadrado. Un golpe mal dado podría convertirlo en un proyectil mortal.
Contar con un extintor coche es una medida de seguridad indispensable que puede marcar la diferencia en situaciones de emergencia. Los incendios en vehículos, ya sea en el motor o en el interior, requieren una actuación rápida y eficaz. No obstante, su efectividad depende totalmente de que se utilice correctamente y de que no se cometan errores como el de golpearlo antes de accionarlo.
En carretera, la prevención empieza con llevar siempre el extintor en un lugar accesible. En caso de incendio, lo adecuado es detener el vehículo en un lugar seguro, apagar el motor, desconectar la batería si es posible, retirar el pasador del extintor y descargarlo hacia la base del fuego. Nunca hacia las llamas, ya que lo que se combate es el material en combustión.
Una de las dudas más habituales entre ciudadanos y empresas es dónde y cuándo es obligatorio tener un extintor. La normativa varía según el país, pero en términos generales existen escenarios donde su presencia es imprescindible:
Vehículos de transporte público como autobuses, taxis y VTC.
Camiones de transporte de mercancías, especialmente si son peligrosas.
Edificios de uso público: oficinas, colegios, hospitales, centros comerciales.
Viviendas y comunidades de propietarios, donde la normativa exige extintores en zonas comunes.
Naves industriales, talleres y almacenes, donde los riesgos de incendio son más elevados.
Su obligatoriedad no es un capricho legal, sino una medida preventiva para garantizar la actuación inmediata en caso de fuego.
El extintor no es un objeto cualquiera. Es un recipiente diseñado para contener gases o agentes químicos a presión. Esa presión interna está regulada por una válvula de seguridad que no debe sufrir golpes ni manipulaciones indebidas. Tal y como señala Luis Muñoz, golpearlo es comparable a golpear cualquier otro recipiente presurizado: una práctica arriesgada que puede provocar una descarga violenta e incontrolada.
De ahí la insistencia en que la primera regla de seguridad es mantener la calma, retirar el pasador, apuntar a la base del fuego y accionar la palanca sin movimientos bruscos ni innecesarios.
La correcta utilización de un extintor implica seguir un protocolo claro:
Mantener la calma y evaluar la situación.
Retirar el pasador de seguridad.
Sujetar el extintor en posición vertical.
Apuntar hacia la base del fuego.
Accionar la palanca y realizar movimientos de barrido.
Estos pasos aseguran que el agente extintor se libere de forma eficaz, cubriendo la zona afectada y reduciendo el riesgo de que el incendio se reavive.
No todos los incendios son iguales, y por tanto, no todos los extintores sirven para cualquier tipo de fuego. Entre los más habituales se encuentran:
De polvo químico seco: ideales para fuegos eléctricos y combustibles sólidos o líquidos.
De CO₂: recomendados para equipos eléctricos y zonas interiores, ya que no dejan residuos.
De espuma: especialmente eficaces frente a líquidos inflamables.
De agua pulverizada: para materiales sólidos como madera, papel o textiles.
Conocer las diferencias es clave para elegir el equipo adecuado en cada contexto, tanto en viviendas como en vehículos o instalaciones industriales.
Tener un extintor a mano no es suficiente si no forma parte de un plan más amplio de protección contra incendios. Esto incluye la correcta instalación de sistemas de detección, la señalización de rutas de evacuación, la formación de los ocupantes en el uso de equipos y la realización de mantenimientos periódicos.
En este sentido, el conocimiento técnico y la prevención marcan la diferencia. Un extintor mal conservado o caducado no funcionará en el momento crítico. La normativa exige revisiones periódicas para garantizar su operatividad.
El mensaje es claro: nunca se debe golpear un extintor contra el suelo antes de usarlo. Esta práctica, difundida por el cine, es peligrosa y puede ocasionar accidentes graves. Tanto en el coche como en edificios, su utilidad depende del respeto a las normas básicas de uso y de su correcto mantenimiento.
Saber dónde y cuándo es obligatorio tener un extintor permite actuar con responsabilidad y garantizar la seguridad de todos. La protección contra incendios no es opcional: es una obligación que salva vidas.