Los profesores de Educación Plástica y Visual, Música y Tecnología de Secundaria que imparten su clase en Secciones Bilingües de inglés tienen la posibilidad de formarse en la metodología CLIL a través de los cursos presenciales y online ofrecidos anualmente por el Centro de Formación del Profesorado en Idiomas.
El Curso Boosting Skills for Arts, Music and Technology in Secondary Education está dirigido a esta última asignatura clave en la rama STEM, tan significativa y necesaria en la formación científico-tecnológica de los alumnos, y a las dos que mejor encarnan el desarrollo y la sensibilidad artística en Secundaria, Música y Expresión Plástica y Visual. Este curso ha sido diseñado y lo tutoriza una reconocida experta en CLIL, Mandy MacLoughlin.
Una tercera posibilidad de formación para estos profesores son los tres blogs que recogen anualmente las tendencias metodológicas, recursos, herramientas y actividades elaboradas a lo largo de los mencionados cursos.
CLIL for Arts in Secondary Education CyL
En estos blogs los profesores pueden consultar y revistar las presentaciones de los cursos online presenciales de convocatoriaanteriores como el llevado a cabo este curso por Donna Fields sobre Scaffolding en la metodología CLIL.
CLIL for Music in Secondary Education CyL
También pueden utilizar las actividades realizadas por los profesores participantes y tutora del curso online para todos los cursos de las tres asignaturas en Secundaria. Estas actividades tienen un extraordinario valor, puesto que están diseñadas por profesores que desarrollan su labor docente en nuestro mismo contexto educativo y comparten el mismo curriculo.
CLIL for Technology in Secondary Education CyL
En las cocinas industriales —ese escenario donde el calor, la presión y el tiempo se mezclan como ingredientes invisibles— hay un enemigo silencioso que convive con cada turno de trabajo: el fuego inesperado.
Cuando hablamos de sistemas de extinción automática en cocinas, no nos referimos a un lujo, sino a una necesidad estratégica para quienes gestionan restaurantes, hoteles, comedores colectivos y, de manera muy especial, cocinas escolares.
Allí, donde lo que está en juego no es solo la calidad de los menús, sino la seguridad de niños y personal docente, cada detalle cuenta. Y entre esos detalles, uno destaca con luz propia: el mobiliario de hostelería de acero inoxidable, que se ha convertido en el aliado imprescindible para garantizar higiene, resistencia y cumplimiento normativo.
Un incendio no suele empezar con estrépito. A veces basta una sartén olvidada, otras, un conducto impregnado de grasa. En la práctica, los incendios en cocinas tienen un patrón común: nacen pequeños, se alimentan de aceites y grasas acumuladas y, si nadie los detiene a tiempo, en minutos se transforman en un infierno capaz de arrasar no solo con equipos, sino con todo un negocio.
La acumulación en filtros y conductos convierte a la campana extractora en un punto crítico. Y es precisamente ahí donde los sistemas automáticos encuentran su razón de ser: actuar antes de que sea demasiado tarde.
De hecho, sin un control adecuado, una chispa puede convertir la cocina en una trampa mortal. La prevención es clave, y comienza tanto por la limpieza como por contar con campana extractora industrial de calidad, diseñada para evitar que la grasa se acumule hasta convertirse en un combustible listo para arder.
Si en cualquier cocina industrial la seguridad es fundamental, en las cocinas escolares adquiere un matiz aún más delicado. Allí no se trata solo de preparar menús equilibrados, sino de hacerlo en espacios donde la higiene, la durabilidad y la resistencia al fuego se convierten en normas básicas.
El mobiliario de hostelería de acero inoxidable ofrece una ventaja insustituible: no solo soporta altas temperaturas y facilita la limpieza profunda, sino que también cumple con las exigencias de seguridad alimentaria y normativa europea.
Cada mesa, cada fregadero y cada armario construido en acero inoxidable contribuye a crear un entorno seguro, higiénico y preparado para soportar la presión diaria sin comprometer la protección contra incendios. En este sentido, no hablamos de estética, sino de supervivencia: sin un mobiliario resistente y diseñado para cumplir estándares, ni el mejor sistema de extinción automática alcanzará su máximo rendimiento.
El mecanismo de estos sistemas recuerda al de un centinela silencioso: siempre vigilante, siempre preparado. La lógica es sencilla: detectar el fuego en su fase inicial, actuar en segundos y extinguirlo antes de que se propague. Pero la precisión técnica que encierra es asombrosa:
En cuestión de segundos, lo que pudo ser un desastre queda reducido a un incidente controlado. Y lo mejor: los agentes utilizados son seguros, no dañan los equipos ni dejan residuos que comprometan la higiene.
El fuego, lo sabemos, es imprevisible. Pero hay un punto débil que todos los expertos señalan: la campana extractora. Los aceites que se filtran, los filtros que acumulan grasa y los conductos que transportan aire se convierten, con el tiempo, en auténticas mechas dispuestas a arder.
De ahí la importancia de combinar sistemas de extinción de última generación con prácticas adecuadas de mantenimiento y limpieza.
El fuego, si se desata en esos conductos, puede avanzar con una velocidad escalofriante, comprometiendo todo el edificio y poniendo vidas en riesgo.
Hoy más que nunca, invertir en extinción automática en cocinas es asumir que la seguridad no admite improvisaciones. Lo que empieza en la campana puede terminar en una tragedia evitable.
No todos los sistemas automáticos son iguales, y cada cocina requiere su propia estrategia. Los más habituales son:
La elección depende del tamaño de la cocina, del tipo de alimentos que se preparan y, sobre todo, de las normativas locales. Aquí, la asesoría de un especialista en seguridad contra incendios es insustituible.
Un sistema automático es tan eficaz como el entorno que lo rodea. Y en ese entorno, el equipamiento hostelería marca la diferencia.
No se trata solo de instalar detectores o tubos de descarga; se trata de crear un espacio coherente, donde el acero inoxidable, las superficies fáciles de limpiar y los muebles resistentes conviertan la cocina en un bastión contra el fuego.
La seguridad en hostelería no se limita a apagar incendios: comienza mucho antes, con la elección del mobiliario adecuado y la distribución inteligente de cada elemento en el espacio de trabajo.
El valor de un sistema de extinción automática va mucho más allá del instante en que apaga un fuego. Sus beneficios son múltiples:
En un mundo donde la seguridad ya no se negocia, el sistema de extinción automática en cocinas emerge como la herramienta imprescindible para proteger tanto a las personas como al negocio.
En las cocinas escolares, además, la ecuación es doble: preservar vidas y educar en la responsabilidad de cuidar los entornos donde se convive.
El mobiliario de hostelería de acero inoxidable, junto con la tecnología de detección y extinción, construye un ecosistema resistente, higiénico y blindado frente a emergencias.
Invertir en estos sistemas no es un gasto: es un acto de previsión, de cuidado y de visión de futuro. Porque en la cocina, igual que en la vida, la diferencia entre el caos y el orden puede depender de segundos… y de estar preparado.