Recibir una persona angloparlante en tu hogar, siempre es una decisión que conlleva ciertos pros y contras y más aún cuando el programa que te lo ofrece es voluntario.
En este tipo de situaciones muchas son las dudas que te asaltan como familia anfitriona al igual que dichas dudas son las que tienen las personas voluntarias que acceden al programa ya que las expectativas suelen ser muy altas debido a los buenos resultados obtenidos en ediciones anteriores.
A veces nada más lejos de la realidad, son tantas las ganas puestas en esta experiencia que las dificultades iniciales quedan difuminadas con el paso de los días.
Durante tres meses las familias anfitrionas y los centros tendrán la oportunidad de aprender y de realizar un intercambio cultural tan enriquecedor que se convierta en una experiencia de vida que nunca se olvidará.
El programa Teach In Spain busca el desarrollo de actividades y promoción del aprendizaje de lenguas extranjeras, así como el conocimiento de otras culturas, con el apoyo de voluntarios estadounidenses a través de diferentes centros educativos.
Varios son los objetivos de dicho programa como son: dar a conocer la lengua y cultura americana así como establecer lazos entre diferentes paises, apoyando al profesorado tanto de lengua inglesa como de otras materias impartidas en inglés dentro de la sección bilingüe de los colegios, y fomentando el desarrollo de la dimensión internacional de los centros de Castilla y León.
Es una ocasión única para el intercambio cultural, educativo y formativo. Lo que supone un reto que exige flexibilidad y capacidad de adaptación por ambas partes.
El éxito del programa radica en que tanto los voluntarios, como los centros y las familias anfitrionas participan de manera altruista, lo que aporta beneficios a todas las partes.
En el siguiente BLOG podéis ver entre otros aspectos: las diferentes experiencias vividas por voluntarios americanos tanto en sus centros como su inmersión española en las diferentes familias anfitrionas, sus dudas iniciales, sus expectativas y sus agradecimientos por haber podido formar parte del programa Teach in Spain.
Una experiencia fantástica y muy recomendable tanto a nivel de centros como de familias.
Tipos de extintores: el arsenal silencioso contra el fuego.
Madrid. La seguridad contra incendios no es un asunto baladí ni una mera recomendación de manual caducado. Es, lisa y llanamente, el escudo que separa una emergencia sofocada a tiempo de una catástrofe anunciada. Y ahí, en el centro de esa defensa, se encuentra una herramienta modesta, callada, pero vital: el extintor. Como quien tiene un botiquín en casa y no espera sangrar, el extintor está ahí para no usarlo… pero si toca, que esté cargado, que sea el adecuado y que sepas cómo apuntar y disparar.
Porque no, estimado lector, no todos los fuegos arden igual, ni todos los extintores sirven para el mismo infierno. Lo peligroso no es solo el incendio, sino la ignorancia con la que algunos lo enfrentan, blandiendo un cilindro rojo como si fuera la panacea, sin saber si se enfrentan a grasa, electricidad o plástico en combustión.
A continuación, desplegamos el mapa esencial de los tipos de extintores, para que no le pille el fuego con las manos vacías o, peor aún, con el extintor equivocado.
Antes de hablar de extintores, pongamos nombres al fuego. Porque, créalo o no, hay clasificaciones, letras, y no pocas complicaciones:
Clase A: Materiales sólidos combustibles como papel, madera o textiles.
Clase B: Líquidos inflamables como gasolina, aceites o pinturas.
Clase C: Gases inflamables como propano o butano.
Clase D: Metales combustibles como sodio, potasio o magnesio.
Clase F: Aceites y grasas de cocina (sí, esa freidora rebelde también entra en juego).
Incendios eléctricos: Aunque no tienen una letra asignada, merecen mención aparte por sus riesgos únicos.
Si el fuego es variado, los tipos de extintores no podían ser menos. Vamos al grano, sin rodeos ni tecnicismos vacíos:
Ideales para fuegos Clase A. Sencillos, eficaces y relativamente económicos. Pero ojo: prohibidos para fuegos eléctricos o con líquidos inflamables. Usarlos ahí sería como echar gasolina al fuego, literalmente.
Aquí entramos en terreno versátil: Clase A y B. La espuma cubre el combustible y corta el oxígeno. Muy útiles en talleres, garajes y cocinas no industriales. Pero nuevamente, cuidado con la electricidad.
Los favoritos de muchos. ¿Por qué? Porque apagan fuegos Clase A, B y C, lo que los hace perfectos para viviendas, oficinas y coches. El polvo corta la reacción química del fuego, lo sofoca y lo ahoga.
En este punto es imprescindible mencionar el papel de plataformas como mundo extintor, que democratizan la información sobre protección y ponen al alcance de cualquiera herramientas que, en otro tiempo, eran territorio exclusivo de técnicos y bomberos.
Discretos y eficaces, son los que ves muchas veces en salas de servidores o en bares modernos. Son ideales para fuegos eléctricos y Clase B. El gas desplaza el oxígeno y enfría el entorno. Además, no deja residuos, algo clave en entornos con tecnología sensible.
Poco comunes, salvo en industrias específicas. Su contenido es polvo seco especial, adaptado al tipo de metal. Si usted trabaja en un entorno con riesgo metálico, este extintor es su salvavidas.
Aquí no vale improvisar. Para esas cocinas donde el aceite hierve y chisporrotea con ánimo de rebelión, estos extintores contienen agentes que saponifican la grasa, es decir, la convierten en una especie de jabón que corta el fuego. Indispensables en hostelería.
No se trata de ir al supermercado y coger el primero que brille. El entorno determina el arma:
Hogar: un extintor ABC suele ser suficiente.
Cocinas industriales: uno de Clase F es irrenunciable.
Oficinas con equipos electrónicos: mejor un extintor de CO₂.
Talleres o garajes: extintores de espuma o polvo, dependiendo del combustible predominante.
El 30% de los incidentes por incendio en pequeñas empresas se agravan por no tener el tipo de extintor adecuado o por no saber usarlo. Así de claro. Así de peligroso. Por eso, conviene detenerse, informarse, y, sobre todo, formarse.
Aquí es donde el conocimiento sobre tipos de extintores marca la diferencia entre apagar un susto o lamentar una tragedia.
De nada sirve tener un Ferrari si está sin gasolina. Con los extintores, igual: la revisión periódica es ley. Según la normativa española (R.D. 513/2017 del Reglamento de instalaciones de protección contra incendios), se exige:
Revisión visual mensual
Inspección semestral por empresa mantenedora
Retimbrado cada 5 años
Y no, no es cuestión de “yo lo miro y ya está”. La presión, el peso, la boquilla, el precinto... todo debe estar impecable. Porque cuando el fuego llega, no hay tiempo para segundas oportunidades.
Hablamos poco del extintor, pero confiamos en él ciegamente. Lo colgamos en la pared, como quien pone un cuadro, y seguimos con nuestra vida. Pero ese cilindro rojo es, sin exagerar, la diferencia entre un susto y una tragedia, entre una anécdota y un titular.
En un mundo donde los riesgos se multiplican y la imprevisibilidad se ha hecho costumbre, el extintor no es opcional: es obligatorio, necesario, esencial. No sólo para cumplir la ley, sino para proteger lo que más importa: vidas.
No basta con tener un extintor. Hay que saber cuál elegir, dónde colocarlo, cómo mantenerlo y cuándo usarlo. Conocer los tipos de extintores no es una curiosidad técnica: es una herramienta de supervivencia.
Y como bien dice el refrán, más vale prevenir que lamentar. El fuego no da segundas oportunidades, pero usted sí puede dárselas a su seguridad si se arma con el conocimiento correcto.